viernes, 3 de enero de 2014

Círculo de silencio de diciembre

Es peor el hambre que el alambre de espino y las cuchillas asesinas, eso deberían saberlo el Ministro del Interior, el Partido Popular, el PSOE y todas las instituciones que vienen defendiendo una política de criminalización implacable del emigrante.   

O quizá sí lo saben, quizá sepan que un pobre del Sur ve más razonable jugársela contra la policía marroquí y contra las vallas y las cuchillas de Ceuta y Melilla antes que seguir viendo pisoteados sus derechos en sus países de origen. Quizá sí lo sepan y por eso se les pisotean sus derechos en los CIEs después de haberse dejado literalmente la piel y quién sabe si algo más en la frontera.   

Desde el Círculo de Silencio de Almería nos hacemos eco de la denuncia del obispo de Tánger en su comunicado con motivo del Día Internacional de los Derechos Humanos.   

En dicho comunicado se hace constar el lenguaje mentiroso empleado por el sistema Europeo de vigilancia de fronteras, Eurosur, el cual intencionadamente confunde varios conceptos como “la mejora de la detección, la prevención y la lucha contra la inmigración irregular y la delincuencia organizada” haciéndolos parecer una misma cosa. La valiente misiva del obispo continúa diciendo:   

1. Denunciamos el doble lenguaje de quienes deciden las políticas de fronteras. Puestos ellos también, después de Lampedusa y sus muertos, ante la evidencia de centenares de víctimas de la miseria humana y de leyes que la agravan, se apresuraron a manifestar sentimientos de pesar y voluntad de evitar en el futuro tragedias semejantes, voluntad que se ha concretado en la creación del sistema EUROSUR. Es decir, que a la necesidad y esperanzas de los emigrantes, se responde una vez más con medidas sobre todo represivas, que los empujarán a asumir en sus caminos cada vez mayores riesgos, incluido el riesgo siempre más alto de perder la vida.   

2. Denunciamos la presencia de concertinas con cuchillas en las vallas de Ceuta y Melilla. Estos elementos de control de fronteras representan un atentado a la integridad física de los emigrantes: esas cuchillas cortan, lesionan, mutilan, y no son coherentes con el deber que todos tenemos de respetar los derechos de hombres, mujeres y niños de África en su camino hacia los países de Europa.   

3. Denunciamos la obsesión por la seguridad de unos a costa de la salud de otros, puede que a costa de sus vidas. Se entiende que un Gobierno ha de garantizar con medios apropiados la seguridad de los ciudadanos en el territorio de la nación. Pero esos medios dejan de ser apropiados, su legitimidad se desvanece, cuando usarlos significa privar a otros del derecho fundamental a la salud, al bienestar, a la alimentación, al vestido, a la vivienda, a la asistencia médica, a los servicios sociales necesarios. Las condiciones de vida en los países de origen y las leyes de protección de fronteras en Europa empujan a hombres, mujeres y niños de África a un infierno interminable de soledad y clandestinidad por los caminos de la emigración. 

4. Denunciamos que se oculten sus sufrimientos; denunciamos que, bajo pretexto de seguridad, se destinen cantidades ingentes de dinero a multiplicar esos sufrimientos, a hacer más difícil la situación de esa humanidad extenuada, a hacer que esos empobrecidos sean más prójimos de la muerte que de nosotros; denunciamos que a los emigrantes, a quienes nosotros mismos hemos hecho irregulares, se les obligue a la marginalidad en los países de tránsito, se les persiga como delincuentes, y se les empuje a la muerte.   

5. Denunciamos la supeditación de las personas a intereses económicos. A nadie se le oculta que el criterio principal, por no decir único, para regular la entrada de emigrantes en un país, es el del beneficio económico que le pueden reportar. Esa supeditación de lo humano a lo económico deja sin protección derechos fundamentales de las personas, como son: el derecho a la vida, a la libertad, a la seguridad; el derecho a que nadie se vea sometido a esclavitud; el derecho a que nadie sea víctima de trata; el derecho a que nadie sea tratado de forma cruel, inhumana o degradante. 

6. Y denunciamos que, por intereses económicos, esos derechos universales sean derechos no vigentes en los caminos de los emigrantes.   Ni las medidas adoptadas hasta ahora por las autoridades europeas y españolas para el control de fronteras, ni otras más costosas que se puedan adoptar, impedirán que a esas fronteras sigan llegando pobres en busca de futuro: No hay cuchillas que frenen el ansia de vivir, no  hay cuchillas que puedan intimidar más que el hambre y la miseria, nada pueden perder quienes nada tienen. De ello son testimonio hombres, mujeres y niños que entre nosotros, a los ojos de este Iglesia que peregrina en Marruecos, esperan una oportunidad. Gastar dinero en destruir esperanzas es la peor de las inversiones.   Pero no se trata sólo de una mala inversión, es también una terrible irresponsabilidad, pues en las fronteras se multiplican sufrimientos y muertes. “¿Quién es el responsable de la sangre de estos hermanos y hermanas? Ninguno. Todos respondemos: yo no he sido, yo no tengo nada que ver, serán otros, pero yo no. Hoy nadie se siente responsable de éstos, hemos perdido el sentido de la responsabilidad fraterna, hemos caído en el comportamiento hipócrita" (Palabras del Papa Francisco en Lampedusa).   

Por sentido de responsabilidad, por amor a la justicia, por respeto a nuestros hermanos emigrantes, pedimos a quienes tienen autoridad para hacerlo, que, en el ejercicio de esa autoridad, dispongan la retirada inmediata de las concertinas instaladas en las vallas de Ceuta y Melilla, por tratarse de instrumentos que violan derechos fundamentales de las personas y en nada favorecen el deseado desarrollo moral, cultural y económico de la sociedad española y de la Unión Europea. Las cuchillas sólo causan dolor y muerte

Descarga el texto en word: https://www.dropbox.com/s/hqyg95m6zglai09/Manifiesto%2013%20diciembre.docx




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