jueves, 15 de marzo de 2018

Círculo de Silencio 14 marzo de 2018




CIRCULO DEL SILENCIO

IGUALES EN DIGNIDAD, IGUALES DE DERECHO

El pasado 8 de marzo celebramos en todo el mundo el Día Internacional de la mujer trabajadora. Es una oportunidad que nos da la Iglesia para reflexionar y tomar conciencia de la situación que viven muchas mujeres especialmente en la relación con el trabajo y el desempleo.

El trabajo es el medio de participación social y política y debe poner de manifiesto la sagrada dignidad de la persona. El resultado de un trabajo digno es una sociedad equitativa y justa. Cuando el trabajo no prioriza a la persona por encima del capital se daña la vida y la humanidad.

El concilio Vaticano II “la mujer reclama la igualdad de derecho y de hecho con el hombre, allí donde todavía no se ha logrado”.

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Hoy las mujeres siguen sufriendo en su dignidad

¿Por qué?

Siguen cobrando menos por realizar el mismo trabajo que los hombres, estableciéndose una brecha salarial que, según los sindicatos, se sitúa en el 30 %.

Más de dos millones de mujeres quieren trabajar y no pueden (2.011.000; tasa paro 18,35 %). Las dificultades de encontrar empleo son históricamente mayores que los hombres (tasa de paro 14,97 %).  (datos: 4º trimestre EPA 2017).

El informe de la situación laboral de las mujeres andaluzas ha puesto de manifiesto que Almería es la tercera provincia de Andalucía donde más mujeres hay en paro, concretamente 49.000. De éstas, 22.000 llevan ya más de dos años en esta siruación.

La pobreza tiene rostro de mujer. Más de dos millones de mujeres trabajan a tiempo parcial (2.066.000) provocando que, pese a que haya trabajado a lo largo de toda su vida, sigan siendo mujeres trabajadoras y pobres.

Las mujeres mayores de 25 años son las más perjudicadas a la hora de acceder al empleo en Almería (analiza UGT)

El 89,1 % de las personas que optaron voluntariamente por trabajar a tiempo parcial, para hacerse cargo del cuidado de personas dependientes, son mujeres, que soportan una multitud de cargas y tareas que impiden una conciliación real entre trabajo y familia.

Más del 85 % de las responsabilidades siguen copadas por profesionales masculinos (INE, 2016). Colocándose así a la mujer ante un techo de cristal invisible.

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Desde el Secretariado diocesano para la Pastoral Social y del Trabajo, Iglesia en el mundo obrero, comprometida en la consecución de un trabajo decente y digno, hacemos nuestros los sufrimientos y la indignación que provoca las desigualdades e injusticias que sufren las mujeres.

Por eso:

Reivindicamos un cambio del sistema económico y cultural que valore el cuidado y la sostenibilidad de la vida. La dignidad de las personas y el bien común.  

Pedimos una conciliación familiar real que nos permita compartir los cuidados y la vida. Para ello, es esencial desarrollar servicios públicos que atiendan las necesidades de menores y dependientes.

Exigimos a las instituciones y a los responsables políticos el cumplimiento de las leyes hechas por la igualdad de oportunidades) entre hombres y mujeres. (Ley Orgánica 3/2007).

Condenamos todo tipo de violencia contra la mujer. Para ellos es necesario que juntas y juntos construyamos puentes inclusivos en las diferentes maneras de relacionarse y comunicarse en el mundo laboral, familiar, de lenguaje, educacional…

Consideramos fundamental promover una educación basada en valores de igualdad, respeto, solidaridad, empoderamiento y complementariedad, en la que se derrumben cánones impuestos de feminidad y masculinidad que no permiten desarrollarnos de manera integral como personas libres


Hoy terminamos este círculo del silencio leyendo el poema "Mi hijo muere cada tarde en el mar" de Pilar del Río.

Se entrega a los asistentes este documento:




IGUALES EN DIGNIDAD, IGUALES EN DERECHO Comunicado 8 de Marzo 2018 - Día de la mujer trabajadora
El trabajo es el medio de participación social y política, y debe de poner de manifiesto la sagrada dignidad de la persona. El resultado de un trabajo digno es una sociedad equitativa y justa. Cuando el trabajo no prioriza a la persona por encima del capital, se daña la vida y a la humanidad.
Hoy las mujeres continúan sufriendo en su dignidad porque:

       Siguen cobrando menos por realizar el mismo trabajo que los hombres, estableciéndose una brecha salarial que, según los sindicatos, se sitúa en el 30%. .
       Más de dos millones de mujeres quieren trabajar y no pueden (2.011.000; tasa paro 18,35%). Las dificultades de encontrar empleo son históricamente mayores que los hombre (tasa paro 14,97%).(IV Trimestre 2017 EPA 2017).
       La pobreza tiene rostro de mujer. Más de dos millones de mujeres trabajan a tiempo parcial (2.066.000) provocando que, pese a que haya trabajado a lo largo de toda su vida, sigan siendo mujeres trabajadoras y pobres.
       El 89,1% de las personas que optaron voluntariamente por trabajar a tiempo parcial, para hacerse cargo del cuidado de personas dependientes, son mujeres, que soportan una multitud de cargas y tareas que impide una conciliación real entre trabajo y familia.
       Más del 85% de las responsabilidades siguen copadas por profesionales masculinos (INE, 2016), Colocando así a la mujer ante un techo de cristal invisible.

Desde nuestra fe cristiana, proclamamos que la dignidad de la persona es sagrada e inviolable. Nos sentimos Iglesia encarnada en la sociedad junto a quienes sufren las injusticias; para construir entre todos y todas unas condiciones de vida donde mujeres y hombres desarrollemos nuestra vocación a la que el Padre y Madre Dios nos llama, a través de una acción transformadora y liberadora. Queremos situarnos cercanos a estas situaciones generando luz y esperanza, tal y como se desprende del seguimiento de Jesús, el obrero de Nazaret y de su proyecto humanizador, de vida buena, para todas y todos. Por eso:
       Reivindicamos un cambio del sistema económico y cultural que valore el cuidado y sostenibilidad de la vida, la dignidad de las personas y el bien común.
       Pedimos una conciliación familiar real que nos permita compartir los cuidados y la vida. Para ello, es esencial desarrollar servicios públicos que atiendan las necesidades de menores y dependientes.
       Exigimos a las instituciones y a los responsables políticos el cumplimiento de las leyes hechas por la igualdad de oportunidades (Ley Orgánica 3/2007) entre mujeres y hombres.
       Condenamos todo tipo de violencia contra la mujer. Para ello es necesario que juntas y juntos construyamos puentes inclusivos en las diferentes maneras de relacionarse y comunicarse en el mundo laboral, familiar, de lenguaje, educacional…
       Consideramos fundamental promover una educación basada en valores de igualdad, respeto, solidaridad, empoderamiento y complementariedad, en la que se derrumben cánones impuestos de feminidad y masculinidad que no permiten desarrollarnos de manera integral como personas libres.

Desde el Secretariado Diocesano para la Pastoral Social y del trabajo y la HOAC, nos sentimos unidos a los Movimientos especializados de AC de la HOAC y la JOC,  y llamados a celebrar el Día  Internacional de la Mujer Trabajadora. Por eso, junto al resto de y compañeros/as de las organizaciones sindicales y feministas nos sumamos a la movilización, especialmente al paro laboral, para visibilizar las discriminaciones que sufren las mujeres trabajadoras en el acceso y en el empleo, y dar voz a tantas mujeres heridas por este sistema patriarcal, deshumanizador y tan contrario a los planes de Dios para la humanidad. 



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