CIRCULO DEL
SILENCIO
IGUALES EN
DIGNIDAD, IGUALES DE DERECHO
El pasado 8 de marzo celebramos en todo el
mundo el Día Internacional de la mujer trabajadora. Es una oportunidad que nos
da la Iglesia para reflexionar y tomar conciencia de la situación que viven
muchas mujeres especialmente en la relación con el trabajo y el desempleo.
El trabajo es el medio de participación
social y política y debe poner de manifiesto la sagrada dignidad de la persona.
El resultado de un trabajo digno es una sociedad equitativa y justa. Cuando el
trabajo no prioriza a la persona por encima del capital se daña la vida y la
humanidad.
El concilio Vaticano II “la mujer reclama
la igualdad de derecho y de hecho con el hombre, allí donde todavía no se ha
logrado”.
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Hoy las mujeres siguen sufriendo en su dignidad
¿Por qué?
Siguen cobrando menos por realizar el
mismo trabajo que los hombres,
estableciéndose una brecha salarial que, según los sindicatos, se sitúa en el
30 %.
Más de
dos millones de mujeres quieren trabajar y no pueden (2.011.000; tasa paro 18,35 %). Las dificultades de
encontrar empleo son históricamente mayores que los hombres (tasa de paro 14,97 %). (datos:
4º trimestre EPA 2017).
El
informe de la situación laboral de las mujeres andaluzas ha puesto de
manifiesto que Almería es la tercera
provincia de Andalucía donde más mujeres hay en paro, concretamente 49.000.
De éstas, 22.000 llevan ya más de dos años en esta siruación.
La pobreza tiene rostro de mujer. Más de dos millones de mujeres trabajan a tiempo parcial
(2.066.000) provocando que, pese a que haya trabajado a lo largo de toda su
vida, sigan siendo mujeres trabajadoras y pobres.
Las
mujeres mayores de 25 años son las más perjudicadas a la hora de acceder al
empleo en Almería (analiza UGT)
El
89,1 % de las personas que optaron voluntariamente por trabajar a tiempo parcial,
para hacerse cargo del cuidado de
personas dependientes, son mujeres, que soportan una multitud de cargas y
tareas que impiden una conciliación real entre trabajo y familia.
Más
del 85 % de las responsabilidades siguen
copadas por profesionales masculinos (INE,
2016). Colocándose así a la mujer ante un techo de cristal invisible.
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Desde el Secretariado diocesano para la Pastoral Social y del
Trabajo, Iglesia en el mundo obrero, comprometida en la consecución de un
trabajo decente y digno, hacemos nuestros los sufrimientos y la indignación que
provoca las desigualdades e injusticias que sufren las mujeres.
Por eso:
Reivindicamos un cambio
del sistema económico y cultural que valore el cuidado y la sostenibilidad
de la vida. La dignidad de las personas y el bien común.
Pedimos una conciliación
familiar real que nos permita compartir los cuidados y la vida. Para ello,
es esencial desarrollar servicios públicos que atiendan las necesidades de
menores y dependientes.
Exigimos a las
instituciones y a los responsables políticos el cumplimiento de las leyes
hechas por la igualdad de oportunidades)
entre hombres y mujeres. (Ley Orgánica
3/2007).
Condenamos todo
tipo de violencia contra la mujer. Para
ellos es necesario que juntas y juntos construyamos puentes inclusivos en las
diferentes maneras de relacionarse y comunicarse en el mundo laboral, familiar,
de lenguaje, educacional…
Consideramos fundamental promover una educación basada en valores de igualdad, respeto, solidaridad,
empoderamiento y complementariedad, en la que se derrumben cánones
impuestos de feminidad y masculinidad que no permiten desarrollarnos de manera
integral como personas libres
Hoy terminamos este círculo del
silencio leyendo el poema "Mi hijo muere cada tarde en el mar" de Pilar del Río.
Se entrega a los asistentes este documento:
IGUALES EN
DIGNIDAD, IGUALES EN DERECHO Comunicado 8 de Marzo 2018 - Día de la mujer
trabajadora
El
trabajo es el medio de participación social y política, y debe de poner de
manifiesto la sagrada dignidad de la persona. El resultado de un trabajo digno
es una sociedad equitativa y justa. Cuando el trabajo no prioriza a la persona
por encima del capital, se daña la vida y a la humanidad.
Hoy las mujeres
continúan sufriendo en su dignidad porque:
•
Siguen cobrando menos por realizar el mismo trabajo que
los hombres, estableciéndose una brecha
salarial que, según los sindicatos, se sitúa en el 30%. .
•
Más de dos millones de mujeres quieren trabajar y no
pueden (2.011.000; tasa paro 18,35%). Las dificultades de encontrar empleo son
históricamente mayores que los hombre (tasa
paro 14,97%).(IV Trimestre 2017 EPA 2017).
•
La pobreza tiene rostro de mujer. Más de dos millones
de mujeres trabajan a tiempo parcial (2.066.000) provocando que, pese a que
haya trabajado a lo largo de toda su vida, sigan siendo mujeres trabajadoras y
pobres.
•
El 89,1% de
las personas que optaron voluntariamente por trabajar a tiempo parcial, para
hacerse cargo del cuidado de personas dependientes, son mujeres, que soportan
una multitud de cargas y tareas que impide una conciliación real entre trabajo
y familia.
•
Más del 85% de las responsabilidades siguen copadas por
profesionales masculinos (INE, 2016), Colocando así a la mujer ante un techo de
cristal invisible.
Desde nuestra fe cristiana, proclamamos
que la dignidad de la persona es sagrada e inviolable. Nos sentimos Iglesia
encarnada en la sociedad junto a quienes sufren las injusticias; para construir
entre todos y todas unas condiciones de vida donde mujeres y hombres
desarrollemos nuestra vocación a la que el Padre y Madre Dios nos llama, a
través de una acción transformadora y liberadora. Queremos situarnos cercanos a
estas situaciones generando luz y esperanza, tal y como se desprende del
seguimiento de Jesús, el obrero de Nazaret y de su proyecto humanizador, de
vida buena, para todas y todos. Por eso:
•
Reivindicamos un cambio
del sistema económico y cultural que valore el cuidado y sostenibilidad de la vida, la dignidad de las personas y el bien común.
•
Pedimos una conciliación
familiar real que nos permita compartir los cuidados y la vida. Para ello, es esencial desarrollar servicios públicos que atiendan las necesidades de menores y dependientes.
•
Exigimos a las
instituciones y a los responsables políticos el cumplimiento de las leyes
hechas por la igualdad de oportunidades
(Ley Orgánica 3/2007) entre mujeres
y hombres.
•
Condenamos todo
tipo de violencia contra la mujer. Para ello es necesario que juntas y juntos construyamos puentes
inclusivos en las diferentes maneras
de relacionarse y comunicarse en el
mundo laboral, familiar, de
lenguaje, educacional…
•
Consideramos fundamental promover una educación basada en valores de igualdad, respeto, solidaridad,
empoderamiento y complementariedad, en la que se derrumben cánones impuestos de feminidad y masculinidad que no permiten
desarrollarnos de manera integral como
personas libres.